
Todo comenzó el viernes, a partir de los videos que comenzaron a circular en las redes sociales. En Matamoros, Tamaulipas, hombres armados, vestidos con equipo táctico, cargaron los cuerpos de otros hombres, aparentemente inconscientes, en la caja de una camioneta blanca, luego de un tiroteo. Fue el enésimo ejemplo del poder del crimen organizado en el país, capaz de actuar en el corazón de una ciudad, con el sol en su cenit, como si estuvieran gestionando las consecuencias de un accidente de tránsito.
En las primeras horas, incluso en los primeros días, el asunto fue tomado al pie de la letra, una muestra más de la guerra de baja intensidad que viven algunas regiones del país. En un comunicado, la policía de Tamaulipas dio algunos detalles. “Durante la última hora se han presentado dos incidentes armados entre civiles no identificados, lamentando pérdida de vidas y heridos”, se lee en el texto. Ni siquiera los propios policías sabían cuántas víctimas había ni cuántos heridos y mucho menos dónde estaban. Posteriormente se supo que una mujer había muerto a consecuencia de una bala perdida.
Hubo un detalle que se me pasó por alto. Los videos mostraron que los hombres armados, además de llevar los cuerpos inconscientes de otros hombres, habían obligado a una mujer a subirse a la cama de la camioneta. Era una mujer negra, con cabello largo de rastas de color claro. En algunos medios se especuló con que fueran haitianos, dada la cantidad de ciudadanos del país caribeño que han llegado a la frontera en los últimos años. Pero todo cambió la noche del domingo, cuando las autoridades estadounidenses informaron que las cuatro personas secuestradas son de ese país.
En un comunicado difundido el domingo, el FBI informó que cuatro ciudadanos estadounidenses cruzaron la frontera entre Brownsville y Matamoros el viernes en una “minivan blanca” con placas de Carolina del Norte. “Poco después de cruzar, hombres armados no identificados abrieron fuego contra su vehículo y se llevaron a los cuatro”. Este lunes, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, también emitió un comunicado: “Funcionarios de diversas fuerzas del orden de Estados Unidos están trabajando con las autoridades mexicanas en todos los niveles de gobierno para lograr el regreso seguro de nuestros compatriotas”.
Una fuente cercana a la Fiscalía de Tamaulipas ha señalado que “autoridades estatales han estado en contacto con sus pares estadounidenses para establecer grupos de búsqueda. Participan la Comisión Estatal de Búsqueda, las Fuerzas Armadas, etc. Hoy comenzó un grupo fuerte. Luego está la ruta experta. Se han tomado huellas dactilares de los camiones de estas personas, se han recuperado casquillos y más”.
Ante un caso tan sonado como este, en el que interviene el embajador y el FBI ofrece recompensas por datos que ayuden a encontrar a las personas desaparecidas, vuelve a aparecer en escena el marco de colaboración en materia de seguridad entre ambos países. A finales de 2020, la Cámara de Diputados, con mayoría de Morena, aprobó una ley que limitaba la presencia y movimientos de agentes extranjeros en México. Esto ocurrió luego de la detención, meses antes, del exsecretario de Defensa, Salvador Cienfuegos, en Estados Unidos.
El gobierno mexicano estaba molesto por las formas del gobierno vecino, entonces en manos de Donald Trump. Ante las protestas por la injerencia del Ejecutivo estadounidense, el Departamento de Estado de ese país retiró los cargos contra el general y lo envió de regreso a México, junto con las pruebas reunidas en su contra, para que la Fiscalía General de la República (FGR ) evaluar si procede o no contra él. Meses después, la FGR decidió no hacerlo. El resultado a mediano plazo fue también la aprobación de la ley que limitaba el trabajo de agencias como el FBI o la DEA en el país.
Así, es difícil decir qué tipo de colaboración se ha establecido en el caso de los cuatro ciudadanos secuestrados el viernes. EL PAÍS se ha puesto en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores, encargado de registrar y controlar a los agentes extranjeros en el país, para saber si agentes del FBI u otra agencia han cruzado a Matamoros para ayudar en las investigaciones. Hasta el momento, no ha habido respuesta.
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