Hay una tendencia en TikTok, la red social donde viven los jóvenes, en la que los pequeños asustan por unos segundos a sus madres diciéndoles que su ídolo ha muerto. Muchos, muchos de estos videos son mujeres que no pueden creer que Alejandro Fernández haya muerto, con lo bueno que son sus 51 años para el cantante. El hijo del último rey del mariachi ha salido recientemente a asegurar que está en su mejor momento. Paz, familia y trabajo. Las imágenes que lo muestran borracho en su último concierto en León, Guanajuato, y por las que ha pedido disculpas, prueban que los años pasan y Fernández sigue en su estela habitual: entre escándalos y el don de una voz que no falla. Su próxima parada es el Festival de Viña del Mar, en Chile, donde será el único mexicano en actuar, junto a otros millonarios vendedores de discos como Karol G, Fito Paez, Tini, Camilo o Christina Aguilera.
El martes Alejandro Fernández hará su cuarta aparición en el famoso festival chileno. Una cita con los escenarios que llega justo después de su polémica borrachera y el anunciado regreso de su eterno rival musical: Luis Miguel. En Viña del Mar, que forma parte de su gira Hecho en México, con la que el cantante recorrerá una treintena de ciudades estadounidenses hasta octubre, Fernández podrá resarcirse de sus últimos tragos grabados y recordarle al público por qué se mantiene inquebrantable 30 años. más tarde en la arena
Respecto a Guanajuato, el cantante explicó que fue producto de la emoción de ver a su hijo, Álex Fernández, cantar por primera vez en un palenque con él, sumado a que hacía mucho tiempo que no tomaba un trago y la las bebidas lo hacían sentir mal. En varias entrevistas, El Potrillo ha asegurado que fue su padre, Vicente Fernández, quien lo incitó a beber antes de los conciertos, porque le daba mucha vergüenza: “Era muy vergonzoso, demasiado vergonzoso, y mi papá quería que yo cuando se me iban los nervios”. abajo cuando me iba a presentar me dijo: ‘A la mierda un traguito de coñac’ y bueno, me ha gustado”. Pero ha insistido en que más allá de eso está “muy tranquilo”: “No soy muy fiestero a pesar de el hecho de que soy famoso. En algun momento me vieron en algun super tarro feliz y pensaron que viví así toda mi vida”. Aunque lo cierto es que en alguna temporada, el artista ha encadenado los shows mezclados con tequilas, ahora afirma que hace más de dos meses que no prueba una gota.
El Potrillo tenía cinco años la primera vez que salió con un sombrero de charro más grande que él a cantar frente a miles de personas. Se quedó helado y tras bambalinas apareció su padre como toro bravo para rescatar la carta a su niño. A los 18 tuvo que decidir si quería o no seguir los pasos del Rey. Dudó por un tiempo, en el que estudió Arquitectura, pero los éxitos estaban encadenados a él. De su primer disco, en 1992, titulado Alejandro Fernández, vendió la misma cantidad de copias que su padre. Aprendió todo de él: cómo colocar su voz, su respiración, su pose, para poder distanciarse más tarde.
Siempre fue Alejandro a la sombra de Vicente. “Bastardo, ¿por qué quieres que sea una copia tuya?” Se lo dijo en alguna ocasión. Poco antes del cambio de siglo lucharon durante dos años para que les permitieran dejar de ser él. Fue cuando el productor Emilio Estefan —rey midas de los Grammy y esposo de Gloria Estefan— lo eligió para convertirlo en una estrella, pero a cambio tuvo que alejarse un poco de los matices de mariachi de su padre. “Yo era el bebé de mi papá y su punto era: ¿cómo Emilio Estefan, un cubano, va a hacer música mexicana? Le dije ‘no papá, no va a ser música mexicana, va a ser una mezcla, un nuevo estilo de música’. Mi papá era muy cuadrado”, cuenta en el podcast de Creative. Al final, el Rey cedió y nació la versión pop de El Potrillo.
Alejandro se lanzó a las baladas, pero nunca renegó del rancho. En una entrevista con EL PAÍS en 2017, ya un divo del pop, afirmaba que se sentía igual de cómodo con unos vaqueros que con un vestido de charro. “El mercado ha cambiado mucho, no hay estaciones donde se toquen rancheras. Obviamente hay público, pero no conviene que las empresas saquen esto, por eso estamos buscando fusiones, para no dejar de lado la música mexicana y llevarla al proceso pop que hacemos”, dijo. luego, un año después de que su padre se despidiera de los escenarios, cuando aún debía responder si podría hacer frente a la herencia.
Todo eso quedó atrás: ha pasado una pandemia, sus hijos se han casado, ha sido abuelo. Ahora, como quien no puede escapar de su historia, parece más interesado en promocionar a su hijo, quien lo acompaña en conciertos y entrevistas. “Como decía mi papá: quien ama a la vaca ama al ternero. Pero no le pongan el peso a Fernández porque ya me lo quité, pero él sí pesa”.
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