En noviembre de 2021, al fallecer Almudena Grandes, el poeta español Luis García Montero depositó una copia de completamente viernes en la tumba de su esposa. El poemario, de 1998, fue una respuesta amorosa a la segunda novela de Grandes, publicada en 1991, te llamo el viernes. Cuando el escritor enfermó de cáncer, el poeta siguió escribiendo versos y cuando ella murió no paró. García Montero recogió estos textos, los corrigió y los publicó en un libro que cierra el ciclo, según ha dicho en varias entrevistas. El poeta ha presentado Un año y tres meses este martes en la Ciudad de México.
“Este libro era una necesidad para mí. Tuve que escribirlo para encontrar sentido a una vida que se había vuelto sin sentido para mí”, dijo el poeta, quien también es director del Instituto Cervantes. Estaba sentado frente a cincuenta personas en el último piso del Centro Cultural España, con la Ciudad de México al fondo, que estaba oscureciendo. Llevaba la camisa blanca holgada, los pantalones beige y la chaqueta grande, con los anteojos colgando de su cuello. Parecía exhausto después de haber volado el día anterior. Llegó a México para recibir la distinción Poeta de América, que le será entregada este miércoles en Tabasco. En España, donde vive, eran las dos de la mañana mientras hablaba.
“La vida rima, y presentar el libro en el Día de San Valentín tiene sentido”, dijo. La fecha, 14 de febrero, fue solo una casualidad. Luego insistió: “La vida rima, porque ahora también se cumple un año y tres meses de la muerte de Almudena”. García Montero comenzó a escribir los primeros versos de Un año y tres meses (Tusquets, 2022) cuando a Grandes le diagnosticaron cáncer, en septiembre de 2020. Los poemas se llenaron de palabras de esa cotidianidad, como silla de ruedas, quimioterapia, cuidados paliativos… “Agradezco a la poesía que me permita encontrar un sentido a cosas”, dijo.
En la primera parte del libro, el poeta acompaña la enfermedad y el deterioro de su mujer. “Para que el sol no os haga daño / nos hemos ido casi al anochecer”, escribe en El misterio y el secreto.. Y describe sus días esos meses. Cómo se arregla el pelo, cómo la llama al aterrizar: “(…) para decirte / que estoy en Lima, que viajar / me cansa, pero el vuelo ha sido bueno / que todo está tranquilo, / que yo ganas de volver a casa”. En la segunda parte, el poeta se queda solo. “Al final fue esto. / Después de tantas vueltas, me dijiste, / todo resulta sencillo”, escribe en la muerte es dormir. Se siente “definitivamente hundido”: “(…) Es mi forma de estar enamorado / de volver a empezar / una vida diferente / con el amor de siempre”.
Tras la muerte de Grandes, se escribieron decenas de artículos sobre su historia de amor. Sobre cómo se conocieron en la década de 1990: ella tenía 32 años, tenía un hijo, tenía dos novelas publicadas y estaba casada; tenía 34 años, una chica y varias colecciones de poemas, y estaba saliendo. Sobre cómo se casaron en 1996 y tuvieron una hija, Elisa. Sobre el impacto del trabajo de uno en el del otro. “Algún día se escribirán tesis universitarias rastreando referencias cruzadas entre ella y él”, escribió el periodista Javier Rodríguez Marcos. Quizá el guiño más comentado haya sido el de completamente viernes a te llamo el viernes.
“Tuve la oportunidad de completar una historia de amor con la persona con la que había vivido durante 30 años y entender que el amor, como todo proyecto social, tiene sentido cuando parte de la necesidad de cuidar y ser cuidado”, dijo García. Montero. a la periodista Laura García, quien conversó con el poeta durante la presentación. Luego agregó: “Si una pérdida duele mucho es porque uno ha tenido la suerte en la vida de disfrutar de algo muy importante, la suerte de un amor que merece ser recordado. Porque lo mismo se puede vivir sin enamorarse o enamorarse de mala manera. Con la muerte, dijo, “te acabas acostumbrando y agradeces la compañía porque es la forma de vivir con la memoria”.
La tercera parte de la colección es la más corta y tiene un solo poema, el que da título al libro. El último año y tres meses, los más felices de su vida. El poeta no se queja de nada y recuerda la Nochevieja cuando su esposa fue hospitalizada y él se disfrazó de médico para entrar a la habitación 5427. “Dividimos las uvas de tu postre por dos, / escuchando aquellas campanadas / de la televisión / eso todavía no sonaba muerto”, escribe. El público, este martes, le pidió que la leyera en voz alta antes de irse: “Entendí que los viajes y los libros/ con sus dedicatorias/ siempre han sido formas de cuidarnos. / Entendí las raíces de nuestra militancia, / Entendí la factura del querer / de una manera tan completamente viernes”.
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