Primero desoyó a las instituciones internacionales; después calificó su ofensiva de “maniobra de precisión” contra Hamás; y tercero cuando la comunidad internacional explotó, Netanyahu reculó y 20 horas después declaró, como ya se mencionó, que había sido “un trágico percance”.
Benjamin Netanyahu no se detiene y sigue cometiendo atropello tras atropello en contra de la población palestina en la franja de Gaza. Ahora fue en Rafá, en donde un mortal ataque israelí en busca de enemigos, causó incendios y otra matanza en Tel al Sultan, un campo de desplazados de Rafá. Otros ataques también ocurrieron en la semana que pasó. En ese ataque, que Netanyahu ha calificado como “trágico error”, murieron calcinadas y por asfixia 45 personas, en su mayoría mujeres y menores de edad. A pesar de la orden de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, de que Israel detenga toda incursión militar en Rafah, el gobierno de Netanyahu violentó esta instrucción y actuó como ha sido su costumbre: primero desoyó a las instituciones internacionales; después calificó su ofensiva de “maniobra de precisión” contra Hamás; y tercero cuando la comunidad internacional explotó, incluso un aliado histórico como Alemania declaró que “calcinar a personas en tiendas de campaña”, no beneficia a la seguridad de Israel, Netanyahu reculó y 20 horas después declaró, como ya se mencionó, que había sido “un trágico percance”. Exactamente, el mismo modelo que en las anteriores masacres más crudas, como cuando Israel asesinó a siete voluntarios de la ONG World Central Kitchen. En esa ocasión, Israel siguió la misma secuencia y hasta pasadas unas horas no admitía el ataque, anunciando una “revisión exhaustiva” de lo ocurrido. Todo con el propósito de ganar tiempo y poder avanzar en su malsana ofensiva contra los palestinos, a los que pareciera que quiere exterminar, cual estrategia genocida, todo lo cual está en la mesa de la discusión de los juristas internacionales. Todo esto le ha costado aislarse aún más, haciéndole mucho más difícil a sus aliados seguir apoyando su pugna político militar contra Hamás y de pasada contra toda Palestina. El aislamiento internacional del gobierno israelí compuesto por una banda de ultraderechistas y fanáticos religiosos, está volviéndose cada vez más evidente y peligroso para Israel dada la catástrofe humanitaria que está provocando este grupo de facinerosos en el poder. Además, está amenazando la legitimidad de su propia causa con las acciones atroces en contra de la población inocente, cometiendo crímenes de guerra que violan claramente todas las convenciones internacionales sobre la materia. Como hemos dicho aquí, Netanyahu ha convertido a Israel en un paria y se ha llevado de corbata a los aliados, que, como Estados Unidos, han permanecido impávidos ante las matanzas, sin emprender ninguna acción realmente efectiva que pare a Netanyahu. Washington ha sido timorato.
Recientemente, la Unión Europea ha dicho en voz de Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, que Europa estaría observando muy de cerca las violaciones a los derechos humanos por parte de Israel y, eventualmente, revisando con todos los aliados el acuerdo de asociación que se tiene con Israel. Michel como el propio Washington abogan por la solución de los dos estados para poder encaminar, sobre esta base, una salida a la guerra que se sufre en Gaza. En todo caso, para cambiar el marco de la conversación con sus últimos movimientos diplomáticos, Israel se ha escudado en diversos temas de la coyuntura. El más reciente de éstos es el reconocimiento del Estado palestino que el martes pasado hicieron España, Irlanda y Noruega (Eslovenia anunció recientemente que también reconocerían el Estado palestino. Ante esto, Israel se ha rasgado las vestiduras y ha contestado con el estribillo de siempre acusando a estos países de ser antisemitas y de prohibirle a España atender en su consulado en Jerusalén a los palestinos de Cisjordania que requieran de asistencia consular. Al mismo tiempo ha lanzado toda clase de insultos en contra de los tres países, más bien fuera de tono. Todo esto con el fin de capturar titulares con temas tangenciales, evitando el central que es el que la comunidad internacional clama que se cumpla, que es cómo avanzar hacia la paz. La reputación de Israel y de su primer ministro es ciertamente la más baja de la historia y Netanyahu se ha empeñado en ignorar las críticas domésticas, en atacar a las instituciones internacionales en su empeño por continuar impunemente con su ofensiva, que, a estas alturas es la más larga y cruenta de la historia del conflicto árabe-israelí. La historia lo habrá de juzgar con el mismo rigor con que él ha utilizado para asesinar y diezmar a una parte de la población palestina.